inaguro este rincón...
orillero...

de este lado ya había
mates llenos de risa,
mucho ruido,
y muchas nueces,
luces brillos jazz y tango,
montones de preguntas sin contestar,
un dolor silencioso e innombrable,
las palabras mas sensatas
en boca de quien prefirió decir dibujando,
y una vedette con preocupaciones geopolíticas...

traigo de allá,
un poco de carnaval en la mochila,
la nostalgia que pesqué en el río,
unos cuantos abrazos,
algo de magia que pasó de contrabando,
ladridos del tafa,
piedritas de lagos y mares en los zapatos,
el sonido de los tambores,
y un poco de maquillaje que me dejó un murguista al bajar del tablado

vamos a ver qué sale...
quien sabe...





entre otoños

Pasados años, décadas, o eternidades desde el "no va más" que opacó, entre tantas, las almas de Sonya y Andrey, se encaprichan los dioses en jugar a los milagros.
Desde el Olimpo, o desde vaya a saber qué misterioso escondite, eligen sus muñecos para la puesta en escena: Sonya y Andrey, se cruzan en un bar de Moscú.

Dos árboles marchitos coinciden en una mesa, disfrutando de un mentiroso azar, mientras los dioses mueven los hilos conteniendo la risa para no llamar la atención.

Florecen historias, brotan fábulas de la garganta seca de Andrey.
El rostro de Sonya reinventa la picardía y unas manos sensuales despiertan sobre una taza de té.

Un hombre y una mujer.
Sus ojos llenos de nada brillan al rozarse. Regada con vodka la mirada gris reverdece.

Estiran los dioses un elegante paño gastado: se abre otra vez el juego. Hagan sus apuestas. Una vuelta más de la ruleta puede torcer el destino. Hagan sus apuestas.

Andrey revisa sus bolsillos vacíos y, a falta de fichas, apuesta su desnudez.
Sonya pasea su mano por el bolso. Encuentra semillas escondidas entre los papeles. Semillas de abedul, o de cerezo, que aprisiona en su puño.

Los dioses detienen la respiración esperando la apuesta.

Pero las semillas no salen del bolso.
El paño queda vacío.
Ni siquiera los dioses pueden contra el miedo de una mujer cansada, o el cansancio de una mujer temerosa.
Caen las hojas que quedaban en los árboles. Fin del juego. De un modo ya irreversible, es otoño otra vez.

(sobre la obra "Afterplay", con Lidia Catalano y Miguel Moyano, dirigida por Marcelo Moncarz)

¿a nadie?

"Plata no. Si querés viajar, te pago el pasaje. Si querés comida, te compro un sandwich. Pero plata no.
Plata no le doy a nadie"

(de una señora muy elegante, a una muchacha que pedía monedas en el subte)

somos nosotros

juegan
dibujan aventuras con retazos de memoria

recortan sabores
iluminan vacíos
abrazan recuerdos

juegan
a inmortalizar el pasado
con una mentira que se vuelve real

un ritual
que celebra la historia
con la osadía de vestirla de ficción

arquitectos del disparate
cosen con música sucesos e inventos

camuflados
de respeto irreverente
son el otro de sí mismos

porque conocen su historia
se reconocen
nos reconocen

son nosotros
somos ellos
somos nosotros

Sobre la obra "Somos nosotros", del grupo Qué rompimos! (Dirección: Osqui Guzmán)

infancia

dejá eso
te vas a lastimar
dejalo

si te lastimás vas a ir al hospital
te vas a quedar internada
sola
ni mamá ni papá van a estar con vos
porque haces cosas para lastimarte
sola

así que ya te dije
dejá eso

(una madre a su hija de 4 o 5 años, lo escuché en el pasillo)

impresiones

silencio
un silencio inundado de respiraciones
me aturden las respiraciones
de los actores
de la sala
mi propia respiración

en escena dos cuerpos perduran
sobreviven
dos soledades que se encuentran

bueno, al principio no
al principio dos soledades solas de toda soledad
apenas amontonadas
en un limbo de sofocante desamparo

dos hombres
un lisiado
un ciego

un hombre de piernas inertes camina
mientras el hombre sin ojos está inmóvil

el ciego no puede compartir ni el hambre
¿hay soledad más profunda que aquella de quien no puede compartir lo que le falta?

un silencio atravesado por palabras que se evaporan
palabras que son sólo ruido
dos cuerpos lanzando sonidos que se deshacen en el aire
el silencio no acontece porque no se hable: el silencio sucede porque nadie escucha

y el tiempo que no se detiene, pero tampoco transcurre
al tiempo se lo ha llevado una mujer que ya no está

de pronto
una palabra despierta un cuerpo dormido
quiero recordar cual es la primer palabra que llega a destino, pero no puedo
tal vez ni siquiera fue dicha
tal vez eso no importe
alcanza con que fue escuchada

el lisiado ofrece sus ojos al ciego
y brotan manzanas de los ojos del hombre sin pies

manzana
el fruto que sella pactos de dos para escapar de cómodos paraísos
de ignorancia
o de quietud

el ciego imagina rojo con los ojos prestados
y luego siente sed, y la comparte
sed de luz, sed de palabras
sed de otro

entonces, el futuro se puede respirar

Sobre la obra "Respiraciones" (Dirección M. Moncarz, con F. López y O. Possemato)

devenir

lo que deba suceder, sucederá
(pero hay más chances si al destino se lo ayuda un poquito)

silencio

ayer vi una mujer en la calle
era sordomuda
tenía enyesado su brazo derecho y, para poder comunicarse, hacía unos movimientos pequeños con los dedos que asomaban, intentando reproducir los gestos del lenguaje de señas

(y yo me quejo de que cada tanto me quedo un poco afónica)

tonos

con palabras, definitivamente el mundo tiene otro color

cansancio

hoy fue un día demasiado largo que empezó ayer

eureka

Descubrí que tal vez el motivo por el cual escribo es que hablando me siento bastante torpe. En la escritura tengo tiempo. Y cuando tengo tiempo me tropiezo menos. Igual que cuando camino despacito.
Escribo para descansar un rato.